sábado, 11 de junio de 2011

Perder de vista el objetivo

Quiero creer que todas las horas que he empleado a lo largo de mi vida en jugar han servido para algo, aparte de para divertirme (matar el rato es un concepto que nunca he entendido).

En particular, y de lo que quiero hablar hoy, los juegos de estrategia me enseñaron que es muy fácil comenzar un escenario/campaña con unos objetivos muy claros, solo para ir encontrando que, durante el desarrollo de la partida, diversos objetivos menores habían ido distrayéndote y ocupando parte de tus fuerzas.
Cada uno de ellos suele ser tentador y requerir relativamente poco esfuerzo y tiempo, pero al final, la suma de todos podía resultar decisiva, haciéndote imposible alcanzar el objetivo final, el realmente importante.

Para evitar eso, yo solía parar durante cada partida. Si ya llevaba cierto tiempo y todo iba estupendamente (al menos en apariencia) algo en mi cabeza me decía: "espera, espera, te estas liando, para y piensa". Y al mirar el mapa general y ver los tiempos y donde estaba me daba cuenta de lo disperso que estaba, que había perdido de vista el objetivo final, y que era imprescindible renunciar a alguno de esos golosos objetivos menores si quería conseguir lo que me proponía.

Funcionaba. Al pararte a pensar a tiempo podías arreglar partidas que parecía que iban bien, pero que realmente no iban a ninguna parte.

Pues ocurre que, casi siempre que jugaba a juegos de estrategia en mis ratos libre, el resto de mi vida también estaba mas organizada. Es inevitable que lo que haces durante parte del día influya en el resto.

Creo que, involuntariamente, durante el resto del día oía ese "espera, espera" y eso me hacia pararme a pensar y organizarme mejor, a no perder de vista el objetivo.

Esto viene a cuento porque llevo ya un tiempo (años, realmente) en que no juego a estrategia. Casualidad o no llevo un tiempo (años,realmente) en los que la mayoría de lo que hago no esta muy bien planeado, es mas un reaccionar a lo que ocurre.

Y reaccionar a lo que ocurre, sin un plan, es la receta perfecta para perder una partida de estrategia. Me guste o no, soy un tío bastante cuadriculado al que le gusta correr riesgos, y eso quiere decir que me gusta arriesgarme si el premio merece la pena. Si eliminas la parte de calculador y te quedas con solo jugártela, vas listo.





Pues bien, llevo ya tiempo oyendo ese "espera, espera, para y piensa" y no le hago ni puñetero caso. El resultado ha sido y es que he empezado cien mil cosas estos años y he llevado a buen término pocas. Siempre apetecía otra buena oportunidad que me hacía cambiar de dirección. Y fiaros de mi, eso a veces te lleva a situaciones realmente raras, en las que tienes que hacer una especie de contorsionismo/equilibrismo con tu tiempo y fuerzas para mantenerlo todo en el aire. Y aunque consigas mantener todo dando vueltas a la vez, siempre hay un plato que se acaba cayendo. A mi se me cayó uno el año pasado, no le dediqué el tiempo suficiente, y es un error que no quiero volver a repetir.

Parte de las buenas costumbres que quiero retomar, además de jugar, es escribir, públicamente o no.

Bueno, a este plato ya le he dado unas vueltas, vuelvo a los otros.

(por cierto, odio, odio, odio, y me ponen supernervioso los platos chinos, que creo que se llama)

jueves, 9 de junio de 2011

NADA

Ayer no hice nada en toda la tarde. Tenía trabajo por hacer, con el portátil en casa; entradas de blog por escribir (en los dos blogs); artículos y páginas por leer; cuentas, gestiones y llamadas por hacer.

En lugar de eso, merendé mientras mi pareja me contaba que había ocurrido durante el día; estuve mirando y jugando con los bultos que forma Javier desde dentro de la tripa de su madre, pegando la oreja a ver si oía algo y susurrándole cosas; paseamos por el parque tirándole la pelota a nuestro perro Ron, hasta que se quedó a gusto de tanto correr; y para terminar nos tomamos un bote de helado viendo el último capítulo de juego de tronos.

Pues eso, que ayer por la tarde "no hice nada". A ver si me pongo las pilas y no hago nada más a menudo.