Me quedo con tu voz grave, con la que entonabas comentarios socarrones sobre todo lo que se movía, en especial sobre la "isla amiga".
Me quedo con tus belenes, que con tanto orgullo nos mostrabas.
Me quedo con tu cara de felicidad y sonrisa satisfecha, que no podían ocultar lo que sentías por la labor cumplida cuando el último de tus hijos leyó el proyecto y se convirtió en ingeniero.
Me quedo con tu último día, rodeado de toda tu familia, arropado por tus hijos y los hijos de tus hijos.
Pero si no te importa me quedo sobre todo con ese último hijo que tanta lata te dio para que se fuera de casa, y que es ahora mi amigo.
Hasta siempre
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