Nunca te lleves a casa al cachorro triste.
Lo saben todos los que han tenido uno.
El cachorro triste te llega al corazón y te lo quieres llevar a casa más que a cualquier otro, pero él seguramente esté enfermo y tu no tengas remedio para su problema.
Elige al cachorro que no para de saltar, que juega y te muerde, rebelde y difícil.
No lo domestiques demasiado, perdería su encanto. Basta con que te respete y te quiera, porque si te lo ganas vivirá sólo para ti, y sabrás que has hecho lo mejor para los dos.
Y si porque no me crees lo amansas y apaciguas hasta que se convierte en otro cachorro triste, no le reproches haber perdido lo que lo hacía único. Se lo has quitado tú.
Hacedme un favor todos: el mundo no necesita más cachorros tristes.
Saca de la tienda al alegre y deja dentro al otro.
Dedicado a los que piensan que las entradas de blog largas dicen más que las cortas.
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